A pesar de tener 78 años, yo pensaba que las mujeres mayores pasaban del sexo pero me equivoqué totalmente... Las mujeres mayores todavía pueden hacerlo si encuentran la ocasión y disfrutan con ello.
Una venda en los ojos, un coche en marcha y el silencio inquietante de Javier. Una noche cargada de misterio, deseo y peligro lleva a nuestra protagonista a un juego sensual en un bosque oscuro y una casa en ruinas.
En un motel aislado, la pasión se desata entre dos amantes en un encuentro clandestino. Luis, atrapado entre la mentira y el deseo, y su ardiente compañera se entregan a una noche de lujuria desenfrenada, donde cada roce enciende una chispa que amenaza con consumirlos. Pero tras el éxtasis, la realidad acecha: ¿puede el placer […]
Tras años de silencios y sospechas, creí haberlo visto todo… hasta que una puerta abierta en la lavandería me revela la verdad que puso fin a mi matrimonio
Una joven de dieciocho años, atrapada entre la granja familiar y sus estudios, descubre un torbellino de deseo cuando conoce a Ernesto, su nuevo profesor de matemáticas.
Siempre he sido un esposo devoto pero unas cuantas cervezas con una compañera de trabajo joven y dispuesta hacen que tire todo por la ventana y me la folle.
Raudo el entrevistador, pasó su dedo pulgar entre los labios de Fatma para recoger esa gota y llevarla a su boca. Fatma exhaló un gemido casi imperceptible, abriendo sus ojos desmesuradamente. El fino sujetador de raso negro marcó con descaro los gruesos y largos pezones de Fatma.
No la dejé terminar y volví a descargar con fuerza sobre ella. Ahora no dijo nada, simplemente se sujetó con fuerza a mis piernas. Tres azotes más terminaron con esa tanda, mientras mi mano se introducía en su húmedo coño, pude apreciar mis dedos marcados en ese blanco culo.
Sin terminar de quitarme la ropa, me posicioné entre sus piernas y empecé a lamer, ese aún húmedo coño. Abrí sus labios vaginales con mis dedos y me dediqué a su coño por entero. Lo lamía sin prisa de arriba abajo, hasta que me quede a vivir en su clítoris. Los gemidos de la muchacha cada vez eran m
Celia cree que su sobrino Enrique puede ser un gran hipnotizador. Él vive rodeado de mujeres a las que adora: su madre, su hermana y sus primas. Celia usará todas las armas disponibles para tentarlo y llevarlo a su máximo potencial.
Celia cree que su sobrino Enrique puede ser un gran hipnotizador. Él vive rodeado de mujeres a las que adora: su madre, su hermana y sus primas. Celia usará todas las armas disponibles para tentarlo y llevarlo a su máximo potencial.
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